miércoles, 8 de julio de 2015



CORAZÓN  DE  AMAPOLA                                    
  Frío, dolor y pobreza, que soporta con sus cantos.
Se afana para olvidar, y se calienta las manos
con las brasas que quedaron en el horno, allá en el patio.
Pobre mujer de mi pueblo, qué pena que sea tanto
su abandono. Que su invierno ya es muy largo...
Se acabó su pelo negro. Las canas están tratando
de cubrirle la cabeza. Y sus ojos se cansaron
de tanto coser la ropa; de hacerle tantos bordados
para que no se notaran los remiendos tan gastados.
¡ Ay, corazón de amapola, cómo quisiera aliviarlos
a esos brazos tan cansados, tan débiles y tan pálidos!
¡ Ay, qué profunda es su pena! Le cuesta tanto trabajo
reunir unas monedas, para mantener su rancho.
Le parece que las fuerzas ya la están abandonando
y quisiera descansar, para siempre bajo su árbol...
Pero no, no puede hacerlo, sus hijos vienen llegando
de la escuela, y cariñosos, ya se arrojan a sus brazos.
Así es que de nuevo va, a escucharles sus relatos
de lo que hoy aprendieron, y con quienes se juntaron...
Bella mujer de mi pueblo... ¡ ojala sigas cantando!